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La verdad sobre los países sin crímenes. Las estadísticas en la Criminología.

Dra. Lorena Menes Corrales

Al hilo de una noticia que se publicitó en diferentes medios de comunicación sobre la muerte de una joven en un país donde existía una baja tasa de crímenes, llevó a los medios de comunicación a catalogar a ese país como un país sin crímenes. Ante esta premisa, surgen inevitablemente una serie de interrogantes: ¿De donde provienen los datos estadísticos que corroboran esto? ¿Qué tipo de metodología se sigue para registrar dichos datos? ¿Qué organismo se encarga de evaluar y cuantificar la criminalidad real en un país y el reflejo de esa criminalidad? ¿Puede un país por tener una baja tasa de criminalidad ser considerado libre de violencia?

Como bien es sabido, el delito forma parte de nuestra sociedad y como tal, es difícil que desaparezca, sino que se reduce o se minimiza. Se ha reflejado en los últimos años, una influencia en la sociedad por parte de los medios de comunicación ante la comisión de hechos delictivos concretos. Esta influencia ha generado una alarma social, inseguridad ciudadana y miedo al delito. Sin embargo, cuando una ciudad o país registra poca criminalidad, la cobertura mediática puede generar el efecto contrario, esto es, la creación paradigmática de un lugar seguro y libre de cualquier acción punitiva.

Obviamente, es cierto que existen ciudades o países donde se registra una baja tasa de delincuencia en comparación con otros, aunque también es verdad que la comparación en esta materia desde una perspectiva internacional tiene sus carencias y limitaciones. Entre otros,  por la diferente conceptualización del delito y desglose de tipología delictiva de cada país, la variada metodología utilizada para la medición de la criminalidad, la recolección y el registro de datos, el marco normativo establecido, la distribución en la organización de las instituciones públicas y los órganos jurisdiccionales, etc.

En un sentido amplio, se puede decir que la estadística tiene un rol fundamental en el análisis de la valoración cuantitativa de la criminalidad en una ciudad o en un país concreto. Sí que es cierto, que los datos estadísticos nos aportan una enriquecedora información sobre la delincuencia en un lugar, aunque siempre  se ha de emplear una metodología bien definida y fiable, ya que se parte de la base de que la cuantificación total de la delincuencia o de la criminalidad es tarea ardua y compleja.

A pesar de ello, la Criminología hace uso de las estadísticas oficiales que reflejan las diferentes etapas del sistema de justicia penal (policial, judicial, penitenciaria), eso sí, junto a las encuestas de victimización. Sobre todo, porque  los datos sobre la delincuencia o la criminalidad pueden ayudar a los gobiernos a comprender mejor la complejidad del delito y sus efectos, e influenciar en sus políticas criminales. Este marco analítico establecido es útil para que los Estados desarrollen estrategias para proteger a la población que está en un mayor riesgo, poniendo el foco en aquellos sujetos que tienen una gran probabilidad de cometer un hecho delictivo.

Las comparaciones entre países de la comunidad internacional es compleja, pero se puede armonizar  la recogida de datos siguiendo unas pautas marcadas en el año 2000 por Eurostat (Oficina Estadística de la Unión Europea), y en el mismo sentido por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Los criminólogos pueden utilizar las estadísticas publicadas por estos órganismos en un marco internacional, ya que por regla general pueden ser hasta cierto punto útiles y fiables para conocer la evolución de la criminalidad en un país en comparación con otros de su mismo entorno socio-cultural, por ejemplo.

El propósito es armonizar en la medida de lo posible los datos de la criminalidad que sirvan como indicadores de la misma, sin que esté influenciada por factores legislativos o de otra índole, ya que esto revierte en la contabilización de las infracciones en un país, de manera que puede verse aumentada o disminuida, dando lugar a una creencia errónea sobre su tasa de criminalidad, por ejemplo, de la que, entre otros, pueden hacerse eco los medios de comunicación, como ya ha sucedido anteriormente.

Si es cierto que se plantean ciertas particularidades a efectos de mejorar  el procedimiento de la validación de los datos estadísticos, o  de mejorar la recopilación de datos por parte de las instituciones o agencias gubernamentales, o incluso los indicadores dentro  del sistema de justicia penal. Sin embargo, para una mayor y mejor aproximación a la delincuencia y a la valoración de la presencia de ésta en un país concreto, es necesario para un criminólogo, además del manejo de otros instrumentos, la estadística oficial registrada de la crimininalidad, y también,  por supuesto,  la no oficial: cifra negra del delito, pero eso puede ser otro aspecto que podremos tratar en futuras ocasiones.

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Dra. Lorena Menes Corrales
Profesora del Máster Universitario en Criminología: Delincuencia y Victimología - Docente Universitario especialista en Derechos Humanos y Menores infractores