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Ciencias de la Salud

Como ayudar a los niños a superar el miedo a la oscuridad.

Equipo de Expertos en Ciencias de la Salud

En el artículo anterior “¿Mi hijo tiene fobia a la oscuridad?” se vio que el miedo a la oscuridad es uno de los más frecuentes entre la población infantil, este miedo es evolutivo y suele comenzar en torno a los 3 años con el desarrollo de la imaginación. En circunstancias normales remite de forma espontánea, pero si no se supera se puede agudizar y convertirse en una fobia. En este artículo se da un paso más, proporcionando a los padres algunas herramientas y consejos para ayudar a los más pequeños de la casa a manejar y superar su miedo a la oscuridad. Es natural la preocupación de los padres a la hora de educar a sus hijos. En muchas ocasiones ante señales de alarma se tiende a sobreprotergelos o solucionarles la situación, privando así a los niños de la valiosa experiencia del aprendizaje. Entonces, ¿qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos a combatir el miedo?. A continuación se comentaran una serie de situaciones comunes fácilmente reconocibles con algunas estrategias a utilizar en cada una de ellas. Una de las situaciones problemáticas que nos podemos encontrar, es a la hora en que los niños se vayan a la cama. La orden de los padres para ir a descansar supone para el niño el fin de una situación estimulante y divertida, como por ejemplo, jugar, ver la televisión, recibir atención de los padres, etc.y que deriva al comienzo de una situación poco reforzante como es la de irse a dormir, que lo relacionan con el aburrimiento y la soledad. Los padres suelen creer que cuando los niños se resisten al ir a la cama es porque tienen miedo y son más permisivos y sobreprotectores con ellos. La consecuencia es que el niño aprende como conseguir tiempo extra de diversión. En este caso los padres deben mostrar una actitud firme en la orden de que los niños vayan a dormir y deben evitar dejarse llevar por los múltiples intentos de prolongar el tiempo de recreo. Es recomendable proporcionar argumentos a los niños para que comprendan la importancia de descansar bien para poder tener energía al día siguiente y continuar jugando. Por otro lado cuando el niño tiene miedo real a la oscuridad, como ocurre con cualquier miedo, la mejor forma de superarlo es enfrentándose a él. El niño tendrá que afrontar las situaciones que le atemorizan hasta que consiga dormir solo y sin “pequeñas ayudas” y aquí el papel de los padres es fundamental, para proporcionarle apoyo y seguridad. Una de las estrategias que podemos utilizar es ayudar al niño a familiarizarse con la oscuridad mediante el juego, y a darse cuenta de que la noche puede ser algo divertido. A continuación se presentan algunos juegos muy sencillos para conseguir el objetivo anteriormente planteado, y los materiales que se necesitan se pueden encontrar fácilmente en cualquier hogar.

  • Sombras chinas: para realizar este juego sólo necesitamos nuestras manos, una pared despejada de cuadros y una luz. Consiste en formar figuras con nuestras manos y proyectar la sombra en la pared con la ayuda de un flexo. Este juego requiere poca luz y los niños se divierten formando animalitos con sus manos e inventado historias.
  • Adivina qué es: este juego consiste en meter en un saco varios objetos y el niño con los ojos cerrados o tapados con un pañuelo tiene que introducir la mano dentro de la bolsa e ir palpando cada objeto hasta averiguar qué es cada cosa. Podemos introducir en el saco todo aquello que se nos ocurra.
  • “Gallinita ciega”. En este juego puede participar toda la familia. Se juega como al escondite, pero con la diferencia que uno de los jugadores tiene que encontrar a los demás con los ojos tapados con un pañuelo. Además con un poco de imaginación podemos inventar un montón de variantes, como por ejemplo, esconder un tesoro y buscarlo con la luz apagada, o jugar al escondite con unas linternas.
  • Pintar en la oscuridad: podemos sorprender a los más peques con unas pinturas que brillan en la oscuridad y ponerlos a pintar en una habitación a oscuras. Las pinturas fluorescentes son muy fáciles de encontrar y seguro que les encanta.

Estos son algunos ejemplos, pero puede utilizarse cualquier juego que implique oscuridad y en el que pequeño se divirtiera. Otra de las cosas que podemos hacer para ayudar a los niños a superar su miedo a la oscuridad es preparar el ambiente para irse a dormir. Es recomendable que los papás sigan una rutina a la hora de ir a dormir, y que creen un ambiente agradable a la situación de ir a descansar. Con una luz tenue en su dormitorio podemos cantarle una nana, contarle un cuento, o bien empezar a describir una situación agradable y pedirle que el niño o la niña elija el final. Por ejemplo, podemos describir un día en la montaña, mientras le hacemos preguntas para que participe en la historia, como por ejemplo: “Estamos en la montaña, y se escuchan los pájaros cantar, ¿escuchas los pajaritos?, vamos dando un paseo al lado del rio…” La relajación guiada le ayudará a calmarse y a empezar a soñar con algo que no tiene nada que ver con tinieblas. Pero durante la noche los niños pueden despertarse porque han tenido una pesadilla, asociando la oscuridad a una experiencia negativa. Los padres ante la llamada del niño acuden rápidamente al dormitorio alarmados por los llantos en mitad de la noche y encienden la luz para tranquilizarlo produciéndose un aprendizaje discriminativo (Méndez, Orgiles y Espada, 2006). Los niños asocian la oscuridad a las pesadillas y a las reacciones emocionales que les produce el miedo y de la misma forma, la luz con la presencia de los padres y a sentirse seguros. Para evitar esta asociación el papá o la mamá deberá calmar al niño con la luz apagada y solo encenderla una vez se haya tranquilizado. De este modo y con el tiempo, el niño asociará la oscuridad a tranquilizase. Por otro lado, en las situaciones en las que el niño esté muy atemorizado, podemos darle una pequeña ayudita para afrontar su temor, como por ejemplo dejarle encendida la luz de una habitación cercana, para que tenga algo de iluminación, o bien dejarle una linterna pequeña en la mesita de noche o debajo de la almohada, para que pueda utilizarla. Esto no sería lo más recomendable pero podría ser un acercamiento progresivo a la exposición in vivo a la oscuridad. Una vez tengamos esto aprendido, es importante que se aprenda a identificar las situaciones de miedo real de las que no lo son. Otra de las situaciones comunes es el contagio del miedo. Los niños aprenden por observación, si tienen algún hermano/a o amiguito que tenga miedo a la oscuridad pueden reproducir los comportamientos temerosos por aprendizaje vicario. En este caso para prevenir, las dinámicas que se han comentado anteriormente para superar el miedo, se deberán aplicar a los dos. Por otro lado, si observamos que a pesar de realizar las indicaciones anteriores el temor no remite y que repercute negativamente en el desarrollo y bienestar personal, en el ambiente familiar, en el rendimiento académico y/o las relaciones sociales del menor, es conveniente acudir a la consulta de un psicólogo. En la Universidad de Murcia y la Universidad Miguel Hernández de Alicante, se ha desarrollado una formula terapéutica eficaz para superar la fobia a la oscuridad. La terapia se realiza en casa, que es donde se da la situación de miedo y los padres, de nuevo, tienen un papel crucial en el desarrollo del tratamiento psicológico. En esta ocasión el psicólogo proporciona a los padres unas instrucciones muy detalladas de cómo pueden ayudar a sus hijos en el hogar. Los padres son entrenados por el psicólogo durante 8 sesiones de una hora de duración una vez a la semana. Se les proporciona información acerca del miedo, cómo se adquiere, qué es lo que lo mantiene. También se les muestra cómo deberían comportarse ante una reacción de terror de sus hijos y finalmente se les proporciona herramientas para saber cómo comportarse durante los juegos o qué hacer si el niño no quiere participar en los juegos. Además se enfatiza en la figura del modelo de aprendizaje que representan para sus hijos por lo que no deben mostrar sus propios temores a los menores. El tratamiento terapéutico consiste en que los progenitores leen al niño un cuento en el que el protagonista tiene miedo a la oscuridad, a partir de ahí se le van planteando juegos en los que el niño se va acercando de forma gradual a estímulos que le dan miedo. Cada vez que el niño logra superar una situación que le atemoriza los padres le refuerzan con puntos que después canjea con premios, así de esta forma el niño se motiva y disminuye su malestar. Además se le premia el comportamiento valiente y se le indica que si tiene mucho miedo puede llamar sus padres. El programa terapéutico ha tenido una buena acogida entre los padres y los niños, que se muestran satisfechos con los resultados obtenidos en pocas semanas. Para finalizar, les dejo un video donde pueden ver cómo se hacen sombras chinas y puedan practicar con los peques de la casa. [embed]https://www.youtube.com/watch?v=0a3ylROP2Xs[/embed]   Bibliografía American PsychiatricAssociation. (APA) (2013). Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales. DSM5. Madrid: Masson. Echeburúa, E. (1993). Trastornos de ansiedaden la infancia. Madrid: Pirámide. González, R. (1998). Psicopatología del niño y del adolescente. Madrid: Pirámide. Marks, I. M. (1991). Miedos, fobias y rituales. 1. Los mecanismos de la ansiedad. Barcelona: Martínez Roca. Méndez, F. X., Espada, J. P., y Orgilés, M. (2006). Terapia psicológica con niños y adolescentes. Estudio de casos clínicos. Madrid: Pirámide. Morris, R. J., y Kratochwill, T.R. (1983).Treating Children´s Fears and Phobia. Nueva York: Pergamon Press. Orgilés, M. (2014). Tratando… fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia. Madrid: Pirámide. Orgilés, M., Méndez, F. X. y Espada, J. P. (2005b). Tratamiento de la fobia a la oscuridad mediante entrenamiento a padres. Psicothema, 17(1), 9-14 Pearce, J. (1995). Ansiedades y miedos. Como aumentar la autonomía de tu hijo y su seguridad en sí mismo. Barcelona: Paidos Iberica Ediciones SA.  

Ana María Jiménez Ballester Profesora colaboradora en el Maestría Oficial en Prevención e Intervención Psicológica en Problemas de Conducta en la Escuela